Por Brenda Reyes Tomassini

Recientemente mi esposo y yo tomamos unos días libres de nuestra ajetreada rutina y junto a los cuatro chicos tomamos rumbo hacia uno de mis lugares favoritos: el hermoso pueblo de Rincón.  Rodeado de playas cristalinas, un ambiente tranquilo típico de pueblo pequeño y abundante sol, la ruta de las carreteras 402, 115 y 413 que llevan de Añasco a Rincón, es verdaderamente la ruta hacia la felicidad o road to happiness, como dicen los norteamericanos residentes en este pueblo del oeste. 

Las opciones para hospedarse en Añasco y Rincón son muchas y los precios se ajustan a todo presupuesto.  Hay hoteles grandes (Rincón Beach Resort, Rincón of the Seas), villas de playa (Villas de Añasco) paradores (Villa Cofresí) y hospederías pequeñas (Lazy Parrot Inn, Beside the Pointe).  Aunque está ubicado en Añasco, nos encanta el Rincón Beach Resort por su playa llana, la neverita en el cuarto y los sabrosos desayunos en su restaurante Brasas.   Los chicos pueden hacer snorkeling con papa y mama, remar en kayaks, observar los pelícanos y las estrellas de mar o simplemente tumbarse en una silla con un buen libro y luego darse un chapuzón en la piscina o la playa.  En la carretera 115 en Añasco se encuentra el Mirador de Añasco, una plazoleta de tres pisos desde donde se apreciar una impresionante vista del litoral costero de Añasco y Mayagüez.  A unos pasos del mirador están varios restaurantes entre ellos Kaplash, donde la vista es de fotografía y los pastelillos deliciosos.

Aunque se asocia Rincón con los amantes del surfing, en Rincón y Añasco hay una gran variedad de playas para los bañistas.  En Añasco se encuentra el Balneario Tres Hermanos y Rincón tiene su propio balneario municipal, que aunque es pequeño, está bien para ir a dar un paseo y zambullirse un ratito. También están las playas de Córcega, Los Almendros, Marías y Los Pescadores,  entre otras.

No se puede ir a Rincón y no pasar por su faro.  El Faro de Punta Higuera, fue ubicado allí en 1892, pero sufrió daños en el terremoto de 1918, y fue reconstruido en 1922.  Tiene un parque muy bonito con plataformas de observación, desde donde se pueden ver las ballenas en el invierno, la isla de Desecheo o simplemente el atardecer, por lo cual este pueblo es famoso. La entrada es libre de costo.  A mis hijos les encanta ir y correr por sus alrededores.

A la hora de cenar las alternativas son variadas.  Aunque los hoteles tienen sus propios restaurantes, no se puede dejar pasar la oportunidad de dar una vueltita por el pueblo de Rincón y mezclarse con los locales.  Entre norteamericanos y boricuas, es agradable disfrutar la atmosfera relajada y bohemia de Rincón.  Hay opciones para todos los gustos y bolsillos desde locales de comida rápida, panaderías, pizzerías y restaurantes.  En nuestra última visita descubrimos el Das Alpen Café en la Calle Muñoz Rivera,  donde sirven exquisita comida alemana e italiana.  Los nenes devoraron los tagliatelli con queso parmesano y de postre recibieron un helado de vainilla, por el módico precio de $8 c/u incluyendo la bebida.  En otras ocasiones hemos visitado Harbor, en la Carretera 413, adyacente al Balneario y ubicado en el área comercial que se conoce como Sunset Village.  En Harbor, los amantes de los mariscos estarán de pláceme.  Justo al frente hay una heladería, en donde los nenes pueden comer un helado mientras disfrutan de la brisa marina nocturna.  En la Carretera #402 en Añasco y aunque un poco alejado del encanto de Rincón (15 minutos), se encuentra Mahi-Mahi.  La comida es fresca y su arroz mamposteado glorioso, según los nenes.  Mahi-Mahi brinda la opción de comer adentro del local o afuera en una terraza de madera.

Cuando nos despedimos de Rincón, los chicos y los padres estábamos tristes de volver a la realidad. ¡Nos pasa cada vez que visitamos las playas del oeste!  Si estás considerando un lugar donde ir estas próximas vacaciones de verano, ¡la ruta de la felicidad no esta tan lejos!