Recientemente compartimos un domingo en casa de la abuela y la pasamos divino.

La abuela embelequera le tenía preparada una sesión de pintura a la chiquita de casa. Su balcón se convirtió en un pequeño estudio de arte con un trípode, delantales, pinceles y pinturas. Con toda la libertad artística que la abuela le permitió, mi nena y una vecinita crearon unas lindas obras de arte. Realmente no hay nada más maravilloso que ver a un niño pintar o dibujar libremente.  ¡Lo mejor es escuchar las explicaciones de sus creaciones!

Mientras las chiquitas pintaban mi nena mayor buscó algo que hacer en su lugar favorito, ¡la cocina!  A ella le encanta cocinar y probar recetas nuevas.  Esa tarde buscó la receta de “rice crispie treats” y pasó un buen rato preparándolos para la merienda junto a la abuela.  Yum!!!

Luego de una rica merienda, jugaron con rompecabezas y algunos juguetes que la abuela guarda en un rinconcito especial. Pero lo mejor fue cuando sacamos algunos albumes de fotos viejas.  Allí nos sentamos a escuchar las historias de la abuela, de cuando ella era pequeña, de la familia, de cuando mamá (yo) era niña, ¡qué mucho lo disfrutamos!  Entre risas, algunas lágrimas y muchas anécdotas, se nos terminó la relajante tarde del domingo.

Hoy le pido a Dios que le de mucha salud a los cuatro abuelos de mis hijos para que los puedan disfrutar y pasar tiempo de calidad con ellos.  Aunque nuestras agendas están complicadas, deseamos fomentar esa linda relación entre nietos y abuelos.  Cada abuelo es especial de una manera diferente.  Estoy segura que mis hijos tendrán lindos recuerdos de cada uno de ellos.